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¡Hola! Vamos a explicaros quiénes somos y hablaros acerca de las 3 habitaciones que alquilamos con Airbnb en nuestra propia casa.
Hace unos 7 años, Pietro, su hijo y yo volvimos a la casa donde nació Pietro, porque su madre ya podía vivir sola y necesitaba compañía: vivía en un mundo propio, como una niña. Sin embargo, para su suerte y la nuestra, siempre estaba serena y sonriente.
Se trataba de una casa enorme, que su abuelo había comprado en la posguerra.
Nos encontramos con dos habitaciones vacías sin usar y, como habíamos oído hablar de Airbnb, nos dijimos: «vamos a intentarlo». Así que nos pusimos manos a la obra e hicimos todo lo posible para hacerlas acogedoras. En la casa había dos baños, de los cuales solo uno tenía ducha. Esto significaba que, para ducharnos, los huéspedes de las dos habitaciones y nosotros teníamos que compartir un baño.
Todo esto fue allá por septiembre del 2016.
Superadas las primeras tensiones causadas por la novedad de meter a extraños en casa, casi de inmediato nos dimos cuenta de lo bonito que es hospedar.
Hablamos, almorzamos, cenamos, tomamos café con personas de todo el mundo: blancos, negros, amarillos, verdes, heterosexuales, gais, bisexuales, con carreras universitarias o sin ellas, operarios, dependientes, estudiantes... ¡Gente de todo tipo!
Pero, si algo tenían en común, era que nos hacían crecer con sus historias. Gente nacida en Australia, de padres húngaros y que vivía en Japón. Gente nacida en Canadá, de madre croata y padre griego, ahora residente en Berlín. Y así, una ristra de situaciones personales de lo más fascinantes.
En 2021, gracias a una herencia familiar, renovamos todo el apartamento y las dos habitaciones se convirtieron en tres, cada una con su baño completo, y otro solo para nosotros.
A partir de los comentarios, nos dimos cuenta de que ofrecemos un buen servicio (incluso antes de la reforma). Lo que los huéspedes más apreciaban eran, en realidad, cosas que a nosotros nos parecen esenciales y obvias. Una habitación decorada y limpia con sábanas planchadas por nosotros, aire acondicionado y calefacción, tres toallas por huésped, el rincón de bienvenida con tés, galletas, un hervidor y agua (que en Florencia es potable) y caramelos en las almohadas. Ponemos tres contenedores para la recogida selectiva, con la explicación en 7 idiomas diferentes. Además, proporcionamos una tarjeta magnética que sirve para entrar en la habitación y activar la corriente eléctrica. Así evitamos que se queden las luces o el aire acondicionado encendidos mientras los huéspedes visitan Florencia, algo que era bastante frecuente.
Después de la pandemia, además del proceso avanzado de limpieza en 5 pasos de Airbnb, para la seguridad de los huéspedes y la nuestra, después de cada salida no tocamos nada y ponemos en la habitación una lámpara germicida de luz ultravioleta C (UV-C) que destruye bacterias, virus y otros microorganismos, inactivándolos e impidiendo su reproducción.
En cuanto a la seguridad, la plataforma de Airbnb nos ayuda con las diversas opciones de solicitud de documentos, correo electrónico, mensajes, etc. Nunca hemos tenido ningún problema con las aproximadamente 1.300 personas que hemos alojado hasta ahora. Suponemos que, al hospedarse en una casa habitada, los huéspedes se esfuerzan más por tener una actitud respetuosa hacia nosotros y nuestras cosas, tal vez más que en un alojamiento donde estuvieran solos.
Hemos notado que los huéspedes nos agradecen y aprecian mucho los consejos que les damos sobre lugares para visitar interesantes pero menos conocidos, o dónde ir de compras o a comer (lugares a los que también vamos nosotros), tanto si quieren un bocadillo como si prefieren algo típico florentino.
Nos hacemos entender con nuestro modesto nivel de inglés o español y con Google Translator.
Una última cosa que nos parece muy importante: llevar siempre una sonrisa en la cara. Por suerte, ¡a nosotros nos sale sola!
Gabriella y Pietro, alias Pietrella
