Aunque suene manido, el hecho de que cuando los huéspedes lleguen a la casa estés esperando en la puerta a recibirlos siempre da una primera impresión muy buena. Muchas veces resulta un engorro tener que estar esperando, sobre todo si los huéspedes se pierden, pero poder orientarlos y que cuando van perdidos te vean a ti hacerles señas les da confianza y tranquilidad.
En invierno es fundamental tener la casa caliente para que según lleguen los huéspedes no tengan que molestarse en encender calderas o estufas. Eso hace que en cuanto entran en la casa sientan que te preocupas. Usar un ambientador suave suele ser una buena idea.
En tiempos de COVID se ha puesto de moda la llega autónoma, pero yo sigo prefiriendo esperar y conocer a los futuros inquilinos porque me da la posibilidad de enseñarles la casa, les muestro dónde está todo, cómo funcionan las cosas y les doy mis datos personales para que me llamen a cualquier hora con cualquier problema. Se tarda a penas 5 minutos en enseñar la casa, pero los huéspedes se quedan contentos porque saben dónde está cada cosa y cómo funciona.