Hola @Sergi y demás compañeros. Inicié mi registro en Airbnb hace un año, en un momento en el que compartía mi alojamiento campestre con otra persona y ya se estaba volviendo algo complicada la convivencia por las diferentes costumbres y otros motivos. Sabía de un compañero de estudios que cuando viajaba reservaba por Airbnb, y luego en alguna parte, prensa o revista, leí alguna información que me llevó a conocer mejor y a explorar la plataforma. Así que pensé que podía intentar esta opción. En un principio, mi familia y amigos me decían que abrir el alojamiento a desconocidos era un riesgo y que me tocaba hacer inventario y guardar mis cosas. Hasta el último inquilino comentaba que la gente de paso no se responsabilizaría por las cosas (no sé si lo comentaba para que desistiera de mi idea de que hasta ahí habíamos llegado). Pues bien, una de las razones principales para hacerme anfitrión de Airbnb fue la de compartir mi espacio con otros. Hago una aclaración, pues en mi caso se trata de una casita de campo ubicada en una reserva natural. Entonces cuando me refiero al espacio hablo de la reserva con su bosque, pájaros, matorrales, jardines, mariposas y, por supuesto, la casita. De hecho la idea de compartir el espacio había surgido unos años atrás, cuando me di cuenta de lo bien que hacía para mi salud el tiempo que pasaba en el campo, sembrando árboles, podando, preparando compost, o simplemente haciendo recorridos contemplativos. Así surgió mi proyecto del Centro de Contacto con la Naturaleza. Y luego fue que pensé que podía ofrecer el alojamiento como parte del proyecto. Y así fue que me hice anfitrión. Ah, olvidaba decir algo también muy importante. En varios de mis viajes al exterior, he estado alojado en hostales, en casa de amigos, familiares y también de desconocidos. En particular con desconocidos he tenido unas experiencias muy motivadoras. Que alguien que no te conozca te abra la puerta de la confianza, te reciba y comparta contigo parte de lo que tiene y de su vida, ha sido sin duda una de las más bellas experiencias. Así que este es otro factor de motivación en el proyecto de alojamiento, brindar a otros lo que otros me han dado.
Ser anfitrión ha sido una rica experiencia. Ha implicado muchos ajustes, cambios, y hasta diligencias. Ajustes, porque cuando ofreces tu espacio ya no es solo el cómo lo ves, sino también, el cómo lo van a ver los otros, cuáles son sus intereses o búsquedas; cambios, porque reconoces que algo que para ti está bien, para otro no y eso implica tener en cuenta otras consideraciones; diligencias, porque en Colombia por ejemplo, para ofrecer alojamiento temporal nos exigen el registro nacional de turismo (RNT) y eso también ha tenido sus implicaciones. Y bueno, aunque podría extenderme más, no quiero hacerlo para no ser pesado. Por ahora puedo decir que mis huéspedes la han pasado bien, que no tuve que esconder ni guardar nada de mis objetos (me gusta también tenerlos allí porque es una manera de compartir una parte de mí), que me han permitido mejorar el lugar (también para mí y mi familia). En resumen, aquella idea de compartir bienestar y tejer confianza se ha podido desarrollar a través del hospedaje.
Saludos,
Juan