Había una anfitriona llamada Sarah que había estado alquilando su encantadora casa a través de Airbnb durante varios años sin problemas. Un día, recibió una solicitud de reserva de un usuario nuevo llamado "John" para una estancia de dos semanas en su casa. Aunque John tenía pocas reseñas y su perfil carecía de detalles personales, Sarah decidió darle una oportunidad, ya que todos merecen la oportunidad de ser un buen huésped en Airbnb.
Al principio, todo parecía ir bien. John llegó a la casa y se registró sin problemas. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Sarah comenzó a notar comportamientos extraños. John apenas salía de la casa y parecía pasar la mayor parte del tiempo en su habitación. No interactuaba con Sarah y rara vez respondía a sus mensajes. Además, comenzó a notar un olor extraño que provenía de la habitación de John.
Un día, mientras Sarah estaba haciendo tareas en la casa, entró en la habitación de John para investigar el olor. Lo que encontró fue aterrador: la habitación estaba llena de velas encendidas y extraños símbolos dibujados en las paredes. En el centro de la habitación, John estaba sentado en el suelo, mirando fijamente una figura encapuchada en una especie de altar improvisado.
Sarah entró en pánico y llamó a la policía de inmediato. Cuando llegaron, descubrieron que John tenía una serie de problemas de salud mental y había estado realizando rituales extraños en la casa. Fue llevado a un centro de salud mental y Sarah tuvo que cancelar su reserva de inmediato.
Esta historia de terror ilustra que, aunque la mayoría de las experiencias en Airbnb son positivas, es importante que los anfitriones estén atentos a situaciones inusuales y sigan sus instintos si sienten que algo no está bien. La seguridad y el bienestar de los anfitriones y huéspedes son fundamentales, y siempre se deben tomar precauciones para garantizar una experiencia segura y cómoda en la plataforma.
