Feliz Día de la Tierra! 🌿🌎.
¿Sabías que aunque parezca difícil, cada uno de nosotros puede hacer una diferencia en la preservación del medio ambiente?
Yo misma descubrí mi pasión por contribuir a esta causa, y te aseguro que no fue difícil, pero me tomó un tiempo percatarme. Hoy quiero compartir contigo mi experiencia y cómo, sin siquiera darme cuenta, estaba tomado decisiones inconscientes que han estado teniendo un impacto positivo en nuestro planeta. Así que, si alguna vez te has preguntado qué puedes hacer tú desde donde estás, ¡sigue leyendo!
Vengo de una familia humilde con padres de origen campesinos, mi padre se dedicaba a la carpintería y mi madre a la costura. A pesar de los retos económicos y la sobreprotección, mi madre nos enseñó la importancia de la autosuficiencia y el desarrollo personal. A los 7 años descubrí mi pasión por la música y gracias a su apoyo, pude unirme a una banda de música escolar para niños de primaria. Con el tiempo, me invitaron a participar en la banda de música de los jóvenes de la secundaria, aunque yo solo tenía 8 o 9 años. Gracias a esto, tuve la oportunidad de convivir con una pareja canadiense que se convirtió en mi segunda familia. Fue mi padre canadiense, quien en su momento, por ser presidente del Club Rotario Internacional había conseguido la donación de instrumentos para la escuela de música de mi pueblo y que luego, organizó una gira musical por 18 ciudades de Canadá cuando yo solo tenía 11 años. Esta experiencia dejó una huella imborrable en mi vida y en la de los niños y adolescentes a quienes pudimos inspirar con nuestra música. Pero ese viaje también forjó una relación que ha durado hasta el día de hoy y que ha sido fundamental en mi desarrollo personal y profesional, ya que, durante mis visitas al Canadá, mientras crecía, quedé impresionada por su organización y desarrollo, especialmente por la manera comprometida en que abordan el reciclaje y la sostenibilidad.
A pesar de que mi hermosa República Dominicana se caracteriza por ser un país lleno de gente alegre y seguro, con un clima increíble y árboles frutales en casi todos los patios de las casas familiares, siento que con el paso de los años, en general se han ido perdiendo su cultura vibrante, artesanía nacional llena de colorido, la alegría, el sabor de nuestra música y la gastronomía típica. Además, ha ido creciendo la falta de sentido para cuidar nuestros recursos naturales, lo cual afecta a una gran parte de la nueva generación. Esto me preocupa mucho y me ha hecho reflexionar mucho sobre la necesidad de tomar medidas para proteger nuestro medio ambiente.
Desde que fui invitada a unirme al programa del HAB a través de su subcomité de sostenibilidad, he compartido tantas vivencias maravillosas y visto tantos eventos sostenibles en diferentes partes del mundo que estoy convencida de que como comunidad global de anfitriones, tenemos el potencial máximo para sanar nuestro planeta y crear un futuro mejor para todos. Sé que podemos lograrlo con el mínimo de esfuerzo si nos enfocamos en una misma dirección y comenzamos desde donde estamos.
Descubrir que mi esposo y yo habíamos estado realizando acciones sostenibles sin siquiera saberlo me llena de orgullo y me ha hecho sentir la magia única de Airbnb, que va más allá de ser un simple anfitrión. Esta magia une a las personas en un bien común con grandes propósitos que trascienden fronteras.
Hace más de 20 años, tuve la suerte de conocer a Francisco, un dominicano brillante que, para mí, representa la mejor expresión de la inteligencia y esencia nata que sale de las entrañas del pueblo dominicano. Una de las cosas que más valoro en él y que nos une es nuestro amor por la naturaleza, las plantas y el campo. En 2012, mientras lidiaba con el conflicto de dejar mi carrera para poder ser madre, compramos un edificio abandonado con el deseo de convertirlo en nuestro hogar en algún momento. Fue ahí donde comenzó nuestro viaje.
Hoy nosotros somos anfitriones y padres comprometidos. Queremos revivir el antiguo condominio donde compramos, en colaboración con nuestros vecinos. Desde que adquirimos este edificio en ruinas en 2012, hemos estado trabajando en su renovación continua. Hemos conservado su estructura original, rescatando algunos de los muebles abandonados que hoy lucen hermosos y llenos de vida. También adquirimos muebles usados en perfecto estado que son decomisados por los hoteles, los restauramos y reutilizamos. Además, reconstruimos los jardines, sembrado flores y árboles frutales junto a nuestros vecinos y rendimos honor los árboles más antiguos. En nuestra última remodelación, reutilizamos las bañeras para crear un espacio ideal para sembrar vegetales y especias alrededor de los gazebos del patio, de manera que nuestros huéspedes puedan cosecharlos y consumirlos durante su visita.
Con cariño y respeto, recuerdo las anécdotas que mi padre canadiense solía contarme sobre uno de sus voluntariados en Polonia, donde viajó para promover la sostenibilidad desde las escuelas de ese país. Mis experiencias con él y el privilegio de haber colaborado con otros anfitriones comprometidos con la sostenibilidad me han impulsado a abordar mi misión personal y dar los primeros pasos para hacerla realidad. Deseo promover viajes con propósito para fomentar la sostenibilidad en mi comunidad e impactar positivamente en las generaciones futuras, rescatando nuestra cultura y valores dominicanos.
¡Guau! ¡Gracias por quedarte hasta el final! Eso demuestra que eres una persona que está comprometida a hacer una diferencia positiva en nuestro planeta. Te invito a compartir tu historia y a abrazar esa semilla de sostenibilidad que llevas dentro. ¡Hazla crecer y florecer! ¡Juntos podemos hacer un cambio significativo en nuestro mundo! Así que, ¡adelante! ¡Comparte tu historia y únete a la causa por un futuro más sostenible. 🍃💚
@Laura @Felicity11 y @Jennifer3225 @Mauricio467
Mi viaje hacia la sostenibilidad.-