Este artículo forma parte de una serie sobre cómo crear vínculos entre las personas a través de la hospitalidad.
Ser anfitriona en Airbnb me ha hecho apreciar el poder de las relaciones humanas. Lo constaté en tres ocasiones al inicio de mi andadura en la plataforma.
Una pareja de Alemania se quedó en nuestro alojamiento en Florida unas seis semanas. Nos entendimos a la perfección desde el minuto cero. Cuando se marcharon, seguimos en contacto y nos fueron enviando fotos de sus aventuras por Estados Unidos. No soy capaz de explicar con palabras cuánto me emocionó que nos mandasen imágenes de la pedida de mano.
Un viajero de California se alojó con nosotros porque había encontrado trabajo por aquí y le tocaba cambiar de ciudad. No conocía a nadie en la zona, así que lo invitábamos a nuestras cenas familiares y a celebraciones especiales. Todavía nos agradece que lo integrásemos de esa manera y que lo ayudásemos a adaptarse a su nueva vida. Dice que significó mucho para él.
El tercer huésped, de la India, estudiaba Medicina y se quedó con nosotros mientras acababa la residencia. Nos contó que se sentía muy presionado por su familia, que quería que fuese médico. Una noche nos dijo que estaba faltando a clases y que se planteaba dejar la carrera, y que a lo mejor lo expulsaban por sus malas notas. Lo dejamos desahogarse y, cuando terminó, lo animamos a que hiciese el examen final. Era un último esfuerzo, ya que había llegado hasta ahí... El día del examen fue una montaña rusa de emociones. Estábamos nerviosísimos; ¡como si fuera hijo nuestro! Sacó nota suficiente para que no lo echasen, y lo celebramos juntos. Acabó graduándose y nos confesó que quedarse con nosotros había supuesto un antes y un después para él.
Hospedar es mucho más que ofrecer alojamiento a otras personas. Implica crear un espacio donde los viajeros se sientan cómodos y bienvenidos, aunque estén lejos de casa. Los vínculos que establecemos con los huéspedes pueden hacer más llevadera la sensación de soledad. Vuelven a casa con la mochila cargada de recuerdos de los lugares que han visitado, pero también de las personas que han conocido por el camino.
Esta conexión humana es una de las partes más gratificantes de hospedar. No me hice anfitriona para conocer gente, pero ahora aprecio esos momentos y la alegría que me aportan. No me lo esperaba, pero así es. Entre anfitriones y huéspedes surgen sinergias que enriquecen nuestras vidas, y creo que esa es la verdadera magia de Airbnb.
Como anfitriones, podemos tener un impacto positivo en otras personas gracias a los vínculos que establecemos con ellas. Ayudar a los huéspedes y a nuestras comunidades contribuye a que todo el mundo se sienta un poco más acompañado.
¿Cómo creas tú vínculos con los huéspedes? ¿Qué haces para mantener esas relaciones?