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Hay algo que siempre me hace detenerme a pensar cada vez que veo a los turistas subidos en esos buses turísticos descapotables. Hay una mezcla de ternura, casi absurda, e indignación (aunque de esa que lleva un poco de humor). Ojo, no es culpa de ellos. Los observo desde la vereda, subidos a esa estructura que promete vistas panorámicas pero que, en realidad, les ofrece un golpe de calor (casi hasta la insolación) y fotos desde una altura que ningún humano tiene. Fotos que, muchas veces, no cuentan ninguna historia real: imágenes mal encuadradas, sin alma. Y lo más triste es que, en muchos casos, esas fotos son todo lo que se llevan de la ciudad que están visitando.
Lo que realmente me incomoda es saber que han sido estafados. Y no solo hablo del precio que pagan, sino de la idea que compraron: que están "viviendo algo auténtico." No lo están. Han adquirido una ficción, un relato bonito, bien empaquetado, diseñado para que encaje en el guion perfecto de "ser turista" sin necesidad de cuestionarse nada.
Dean MacCannell, en su libro The Tourist: A New Theory of the Leisure Class, lo explica muy bien: el turismo moderno tiende a construir una "autenticidad en escena," una puesta en escena que simula ser real, pero que en realidad es un montaje. Algo que se ve y se consume, pero que no conecta. Y eso es exactamente lo que veo en estos buses: una experiencia que aleja a los turistas de lo genuino, de la posibilidad de experimentar la cotidianidad y las contradicciones del lugar que visitan.
Como anfitriones, creo que tenemos un rol crucial en cambiar esta dinámica. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros huéspedes a elegir experiencias más reales, más conectadas con las culturas locales? Desde recomendarles ese café de barrio donde te llaman por tu nombre después de la segunda visita, hasta ayudarlos a entender que caminar sin rumbo puede ser el mejor tour de todos.
El turismo desde mi punto de vista, debería ser un puente, no una burbuja. Viajar no debería significar recorrer una ciudad como si fuera un museo desde un bus estridente, sino involucrarse con la vida de quienes la habitan.
Ahora, quiero preguntarles a ustedes: ¿cómo ven esta idea desde su experiencia como anfitriones? ¿Qué podemos hacer para que nuestras recomendaciones y prácticas ayuden a los viajeros a vivir algo más real? Me encantaría leer sus reflexiones y experiencias.
Hola @Arturo-Blas0 :
Nunca sabemos., qué es lo que les interesa a nuestros huespedes antes de que los tengamos presentes 😉
Yo, a mas tardar, hablo con mis huespesed en el momento del check-in y dependiendo de sus intereses, ofrezco lo que les pueda interesar.
No me enojo con huespedes, quienes no tienen tiempo o ganas de una imersión a la cultura, el idioma, la cocina etc.
Especificamente los famosos "turibus" me parecen una oferta interesantisima. Es mas.... regresé después de muchos ańos a la ciudad donde estuve trabajando 15 ańos..... que hago? Me subo al turibus para dar una vuelta. Me da una idea sobre lo que ha cambiado...las construcciones, las calles, los parques.
En todas las ciudades adonde yo voy, igualmente lo hago: Me da una infirmación de las distancias, las direcciones, los barrios, el transporte etc. Sin importar si me parezco turista, turista interesado, turista superficial.
A veces tienes informaciones de algunos lugares según interesantes para otras personas o para guías turisticas..... y una vuelta en el turibus me da bastante idea sobre mis prefeencias, mis prioridades, y me ayuda hacer mi plan de visita.
Si mis huespedes ya tienen alguna idea de las distancias / la extensión del lugar, las cosas que mas les importa ver / vivir, les proporciono las informaciones necesarios o incluso les doy un tour...... en caso contrario les sugiero una vuelta en el turibus.
¡Gracias por compartir tu experiencia, @Michael477 ! Me encanta que traigas tu punto de vista porque justamente de eso se trata: de ampliar la conversación y entender que cada viajero es distinto. Tenés razón en que no siempre sabemos qué busca un huésped hasta que lo conocemos, y ahí es donde nuestro rol como anfitriones se vuelve clave.
En mi caso, me gusta empezar esas conversaciones mucho antes de la llegada. Dentro de lo posible, intento entablar un diálogo previo para ir conociendo sus gustos, intereses y qué esperan del viaje. Sé que lleva tiempo y puede ser más demandante, pero a mí me divierte. Me permite ir pensando en qué recomendarles y cómo ayudarlos a descubrir la ciudad de una manera más alineada con lo que realmente les interesa.
Lo que me genera curiosidad es cómo equilibramos esa primera impresión general que puede dar un turibús con la posibilidad de una exploración más profunda y conectada. Es cierto que puede ser útil para orientarse en una ciudad nueva, especialmente en una visita corta. Pero me pregunto si a veces no refuerza una manera de viajar que se queda en la superficie, sin abrir la puerta a lo inesperado.
Al final del día, creo que lo importante es ofrecer opciones y ayudar a nuestros huéspedes a tomar decisiones informadas. Porque quizás algunos, después de subirse al bus y ver la ciudad desde arriba, se animan a bajarse y perderse en esas calles que hacen que un viaje realmente cobre sentido.
¡Hola @Arturo-Blas0!
Maravillosa publicación e increíble reflexión. Me gustaría preguntarte, ¿Qué recomendaciones sueles dar a tus huéspedes a la hora de visitar sitios en tu zona?
Un saludo,
Alex
@Alex: Para eso no tengo reglas.... depende si les interesa la cocina/comida, los sitios turísticos, el volcán mas pequeńo del mundo, la pirámide mas grande del mundo...... hemos invitado a los huespedes a la "noche de museos" cuando dis veces al ańo abren tarde y no cobran entrada.....
Hay varias líneas de buses turísticos y según lo que les interese, les recomiendo la adecuada.
También hay huespedes quienes indican que no les interesa ningún apoyo ni comunicación.... ya que, que se la pasen bien 😉
Lo importante es que un anfitrión se ajuste a los intereses y la personalidad del huésped, no haces la diferencia al simplemente abrir la puerta, check-in, cobra dinero, check-out, adios.
¡Interesante lo que planteás, @Michael477 l! Coincido en que cada huésped es distinto y que hay quienes buscan un intercambio más cercano y quienes prefieren explorar por su cuenta. Pero no estoy del todo de acuerdo con tu última frase. Creo que los anfitriones tenemos un rol que va más allá de recibir a los huéspedes y facilitar su estadía.
En cierto sentido, somos mediadores culturales. Más allá del check-in y las recomendaciones básicas, nuestras decisiones influyen en el tipo de consumo cultural que se promueve en nuestras ciudades. No conozco México aún (espero hacerlo pronto), pero en mi caso, intento ajustarme lo menos posible a las expectativas predeterminadas del turismo tradicional. Más bien, busco proponer otras formas de explorar la ciudad, generando curiosidad por experiencias más conectadas con la realidad local.
Me pregunto si como anfitriones no deberíamos replantearnos qué significa realmente la hospitalidad. ¿Es solo facilitar información y atender necesidades, o podemos asumir un papel más activo en fomentar un turismo más consciente y respetuoso con las culturas, costumbres y hábitos locales? Creo que ahí es donde podemos marcar la diferencia, no solo para nuestros huéspedes, sino también para nuestras comunidades.
Hola Arturo, en algún punto estoy de acuerdo contigo. El Bus turístico te das un labórame general de la ciudad pero en nada profundiza. Cuando mis huéspedes vienen por primera vez a Buenos Aires, les recomiendo tomar el Bus justamente para eso : un pantallazo general…y que volviendo en el mismo Bus…bajen en los lugares que les generaron mayor interés, por supuesto les recomiendo, según lo conversado con ellos sobre sus intereses, donde bajar. Me interesó sobre los gustos del huésped, pregunto que espera de la Ciudad, que vino a buscar, si leyó algo de su historia… les cuento sobre sus inicios, también para hacer un paralelismo histórico con su País.
¡Gracias por tu comentario, @Eugenia148! Me gusta mucho tu enfoque de hacer preguntas previas y generar un paralelismo histórico con el país de origen del huésped. Creo que ese tipo de conversación enriquece mucho la experiencia de viaje.
Entiendo el valor de usar el bus turístico como una primera aproximación, sobre todo para quienes llegan sin referencias previas. Pero me pregunto si, en algunos casos, no termina reforzando una forma de turismo más pasiva, donde el visitante se queda en la comodidad de lo preestablecido sin animarse a descubrir por su cuenta. Además, otro punto que me hace ruido es el costo. Me parece un despropósito lo caro que son en comparación con otras opciones de movilidad y recorridos más personalizados. Muchas veces el precio que pagan los turistas no se traduce en una experiencia que realmente lo valga.
Yo suelo invitar a mis huéspedes a recorrer la ciudad desde lo cotidiano, desde el transporte público, los cafés de barrio, los mercados. No porque una opción sea mejor que otra, sino porque creo que la hospitalidad también es una oportunidad para ampliar la mirada del viajero y mostrarle que hay formas más auténticas de conectar con el lugar que visita.
Creo que lo importante es que cada uno de nosotros, como anfitriones, encontremos nuestra manera de generar experiencias que dejen huella. ¡Me encanta seguir intercambiando ideas sobre esto!