Hola a todos, me presento... soy Gabriel de Buenos Aires y d...
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Hola a todos, me presento... soy Gabriel de Buenos Aires y desde hace unos 10 días soy anfitrión en Airbnb. Por ahora todo va...
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¡Hola! Me llamo Antonio Luis y gestiono un pequeño apartamento para dos personas junto a la playa en Málaga (España). Después de hospedar a más de 200 parejas a lo largo de 4 años, he aprendido algunas cosas que me gustaría compartir con la Comunidad y que espero que os sean útiles:
- Habrá arena por todos lados. Las cosas que llevan a la playa, volverán con arena: toallas, juegos, sombrillas o sillas. Para que los huéspedes estén más cómodos durante la estancia, tienen un robot aspirador que facilita mucho quitar la arena del suelo sin tener que barrer. No obstante, lo más complejo es qué hacer con todos esos elementos a la salida de los huéspedes. Antes limpiábamos todo el material de playa, pero nos dimos cuenta de que nunca estaría del todo libre de arena o polvo. Así que decidimos colocar un armario en la terraza para guardar las cosas de la playa y simplemente sacudirlo un poco, aunque no queden perfectamente limpios. Ahorramos tiempo y a ningún huésped parece molestarle que los elementos de playa tengan algo de arena, porque las evaluaciones de limpieza han sido siempre de 5 estrellas desde entonces.
- Las cosas se estropean y se manchan. En los foros de la comunidad veo a veces anfitriones molestos porque sus huéspedes han manchado unas sábanas, manteles o toallas con bronceador o crema depilatoria y no tienen solución. Para mí estos son gajes del oficio y he aprendido a aceptarlo. Sin embargo, sí me preocupo de tener repuestos disponibles de todo lo que se pueda romper o manchar; y elegir productos que, aunque sean de buena calidad, no sean tan caros como para que reponerlo sea un problema y afecte demasiado a mis cuentas.
- No todos los huéspedes hablan inglés o el idioma local. Durante los mensajes previos a la llegada, no suele haber problemas de comunicación gracias a la traducción de los mensajes. Pero la entrada de los huéspedes se complica cuando hay una gran barrera lingüística. Esta sigue siendo una de las situaciones más complicadas para gestionar para mí como anfitrión, pero he aprendido a sonreír mucho, mejorar mi expresión corporal durante la entrada y trasladar todas las dudas, consultas y comentarios al chat de la plataforma.
- No siempre se utiliza el transporte público. En lugares de gran afluencia turística, aparcar suele ser difícil, sobre todo a las horas en las que toda la ciudad va a la playa en verano. Yo intento explicar esto bien en el anuncio y también en la información previa al check in, sugiriendo incluso que si traen su propio coche y van a moverlo con frecuencia, elijan otro espacio con garaje o menos concurrido. Desgraciadamente algunos visitantes siguen esperando poder aparcar de forma fácil y gratuita y esto, simplemente es imposible en verano, aunque les dé mis mejores consejos. Para mi es un buen ejemplo de cómo una información previa clara y precisa evitará huéspedes descontentos y malas valoraciones.
- Hay que estar preparado para los imprevistos. Si hospedamos de forma habitual, es seguro que de vez en cuando van a surgir situaciones molestas para los huéspedes: un corte de luz o agua, que se desconecte internet, que nos falle el personal de limpieza, la rotura de un electrodoméstico, unas obras en el piso colindante ¡o incluso un huésped confinado con COVID! Yo he aprendido mucho con la Comunidad de anfitriones, leyendo con qué dificultades se habían encontrado otros hosts y preparándome para cuando me sucedieran a mí.
- La legislación va cambiando. Estar al día de los cambios regulatorios de las viviendas turísticas es una de las labores más desagradables para un anfitrión, pero no queda más remedio que estar al día. Además, pueden ser de ámbito estatal, regional o local, lo que hace más complejo el seguimiento. Por suerte, suelen existir asociaciones o comunidades de hosts para estar bien informado.
- No siempre hará buen tiempo. Los huéspedes vienen a nuestro espacio buscando sol y playa en primavera, verano y otoño, y un clima cálido en invierno. La mayoría de las veces esto se cumple y el tiempo bueno. Pero en la Costa del Sol también llueve o hace frío y hay que estar preparado para estos días y que aún así la experiencia de los huéspedes sea la mejor posible. Yo para esto tengo un televisor de 42’’ con Netflix, Disney Plus, Amazon Prime y canales por satélite, además de juegos de mesa para dos jugadores y un montón de guías de viaje y libros de fotos de la zona. ¡Si tienen que quedarse en casa por el mal tiempo, por lo menos que estén entretenidos!
- Los huéspedes no tienen prisa cuando están de vacaciones. Ajustar los horarios de llegada y salida de los visitantes puede resultar un poco estresante para los anfitriones. A ninguno nos gusta que los huéspedes nos digan una hora de llegada y lleguen a otra distinta, y tengamos que quedarnos esperando. A mí me ha funcionado bien no preguntarles “¿a qué hora llegaréis?” si no calcular esa hora yo mismo preguntándoles en su lugar “¿cuál es vuestro número de vuelo?”, “¿facturaréis equipaje?”, “¿tenéis idea de venir directos desde el aeropuerto/estación?”, “¿vendréis en bus o en taxi/Uber?”, evitando así que ellos se agobien con llegar a una hora concreta, y permitiéndome a mí calcular mejor la franja horaria. También me ha funcionado alargar la hora del check out (aunque esto retrase también la del check in) para evitar que los huéspedes tengan que madrugar el día de salida y el fin de la experiencia sea también relajado.
Y estos son los consejos que he recogido de lo que he aprendido durante este tiempo hospedando, espero que ayuden a otros anfitriones.
Antonio Luis.
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