Este artículo forma parte de una serie sobre cómo crear vínculos a través de la hospitalidad.
Entender las necesidades de los huéspedes a través de la comunicación. Me parece que usar un tono amable ayuda a que los viajeros se sientan más cómodos durante su estancia. Cuando se sienten a gusto, muchas veces no solo te cuentan sus planes de viaje: también se animan a compartir sus dudas y preocupaciones. Como anfitrión, siempre trato de ser amable y hacer preguntas abiertas para que mis huéspedes me den detalles.
Recuerdo a una mujer que se quedó en mi alojamiento porque su marido tuvo un derrame cerebral durante un viaje de trabajo a Tenerife, donde tengo un alojamiento. Para mí fue importante saber que no estaba allí de vacaciones, sino por una cuestión de salud urgente. Le hablé de los recursos locales para intentar facilitarle un poco las cosas. Si no hubiera sabido el motivo de su viaje, podría haberle sugerido lugares para visitar, como playas o actividades de ocio.
Preparar mi alojamiento como si estuviera hospedando a un amigo. Siempre trato a los viajeros como si fueran conocidos que vienen a visitarme. Por lo general, eso me ilusiona mucho y me ayuda a centrarme en pequeños detalles que mis huéspedes suelen valorar.
Por ejemplo, una pareja de Canadá llegó el día de Año Nuevo, después de un viaje de más de 20 horas. Yo sabía que muchos supermercados y restaurantes estarían cerrados, así que pensé que una cesta de bienvenida con algo de picar los ayudaría a sentirse como en casa al instante. Les envié un mensaje con antelación para preguntarles por sus comidas favoritas y si tenían alguna restricción o preferencia alimentaria. Y menos mal que les pregunté, porque su vuelo se retrasó y, además, se perdieron de camino a mi alojamiento. Al final llegaron a medianoche, cansados y con hambre, así que agradecieron muchísimo la cesta de comida. La siguiente vez que se quedaron en mi alojamiento, hice lo mismo. Esa vez vinieron con su perro, TchiTchi, así que añadí artículos para mascotas a la cesta de bienvenida, y el detalle les encantó.
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El segundo viaje de esta pareja fue con su perrito, que no quería quedarse solo en casa mientras ellos estaban de viaje, ¡así que también le hicimos un hueco!
Conectar con los huéspedes durante su estancia. Los viajeros me han hecho preguntas más allá de las típicas cuestiones de logística. Muchas veces muestran interés en nuestra vida y en nuestra familia, y a mí eso me dice que no solo quieren alquilar mi casa, sino que también buscan un vínculo. Me anima a reflexionar y compartir un momento con ellos, incluso a charlar un poco mientras tomamos un café, y eso crea una cierta conexión y hace que se sientan a gusto.
Annie y Shok nos visitan una o dos veces al año desde el Reino Unido. Siempre quedamos para tomar un té, un vino o cenar en un guachinche, como llamamos a los restaurantes típicos de Tenerife. Una vez, incluso celebramos el cumpleaños de Annie juntos. Cuando nos reunimos, compartimos historias y nos vamos conociendo cada vez un poco más. Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Londres con mi marido, Eduardo, y nos desviamos un poco de nuestra ruta para visitar a Annie y Shok. Lo habían preparado todo con mucho cariño, como si fuéramos de la familia, y para mí fue muy especial, porque mis padres viven lejos, en Argentina.
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Visitamos a Shok y Annie en la casa que tienen en la campiña inglesa.
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Aquí estoy intentando convencer a Annie para que anuncie su casa en Airbnb mientras están de viaje.
Tratar a todos los huéspedes con empatía. Como anfitrión, es importante entender que cada viajero tiene sus necesidades y reacciona de manera diferente ante situaciones difíciles. Intento tener la mente abierta siempre que me enfrento a una nueva circunstancia y les digo a los huéspedes que estoy a su disposición si necesitan y quieren ayuda.
Me acuerdo de una joven pareja francesa que, hace años, llegó a nuestra casa llorando porque les habían robado en la playa. Habían dejado el coche sin cerrar con todas sus pertenencias dentro, incluidos los pasaportes, el dinero y la ropa.
Mi marido y yo no dudamos ni un segundo en darles un abrazo, les contamos que nos había ocurrido algo parecido en un viaje que hicimos de jóvenes y les explicamos cómo afrontamos la situación. Creo que así entendieron que incluso los momentos complicados nos pueden aportar algo. Les prestamos ropa limpia y dinero para las excursiones que tenían planeadas, y los acompañamos a la Embajada de Francia para que denunciaran el robo de sus pasaportes y tramitaran los nuevos. Me haría ilusión que, cuando piensen en aquel viaje, lo que más recuerden sea el cariño con el que los tratamos.
Comprender las necesidades de los huéspedes y responder con amabilidad y empatía, incluso en momentos difíciles, me permite ofrecerles una hospitalidad excepcional.
¿Qué opinas de este testimonio? ¿Nos cuentas alguna situación en la que hayas tenido un gesto especial con tus huéspedes?