Cuando arranqué con Airbnb, lo hice desde casa, compartiendo una habitación extra que tenía en mi hogar. Con el tiempo, esto creció, y hoy administro muchos departamentos como cohost. Esta experiencia me ha dado una perspectiva completa sobre lo que significa ser anfitrión, desde abrirle la puerta a un huésped en mi hogar hasta manejar múltiples propiedades con huéspedes de todo el mundo. Hablemos claro: ser anfitrión es un trabajo, y como todo trabajo, tiene su lado B.
Está la parte que no ves en las fotos de las redes sociales: lidiar con check-ins a las 3 a. m., explicar por décima vez cómo funciona el termotanque o mediar cuando un huésped confunde "espacio compartido" con "todo es mío."
La hospitalidad tiene su magia, sí, y en mi caso, me ha dado amistades increíbles, incluso mejores amigos. Pero también tiene su realidad: no siempre vas a conectar emocionalmente con todos tus huéspedes, y no pasa nada. Lo importante es establecer reglas claras, comunicarte bien y encontrar un equilibrio entre ser un anfitrión profesional y mantener esa calidez que hace que Airbnb sea único.
Recibir huéspedes no es solo abrirles la puerta, es aprender a manejar personas y situaciones de todo tipo.
En los próximos artículos, voy a seguir contándote cómo balancear el arte y la realidad de este oficio.
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Arturo Blas